Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA COVA TALLADA

A LA SOMBRA DEL MONTGÓ

Ficha técnica-
Tiempo aproximado: 2 horas y 29 minutos.
Día. 8 de septiembre.

Integrantes: Lourdes, Diego y Julián.

En la escarpada línea costera entre Dénia y Xábia, enclavada en la Reserva Natural del Cabo de San Antonio, encontramos la Cova Tallada. Una asombrosa gruta bañada por oscuras y cristalinas aguas, un lugar donde sientes que has viajado al centro de la tierra.
Partimos de la carretera que lleva al Cabo San Antonio, muy cerca del restaurante Amanecer. Por una senda llegamos enseguida a la Torre del Gerro.Torre vigía renacentista, que formaba parte del sistema de vigilancia costera desarrollado durante los siglos XVI y XVII para defenderse de los piratas berberiscos. De los tres torreones documentados historicamente en los límites del actual parque sólo se conserva éste del Gerro, fortificación renacentista (S. XVI). Es una de las edificaciones más singulares de la costa. De planta circular, posee un cuerpo troncocónico dividido en 2 partes. Destaca en sus muros el escudo de armas de Carlos V, sobre el cual descansan 3 ménsulas. Su nombre proviene de su curiosa forma de "gerro" o de "pitxer": jarra.
Desde ahí seguimos, por la izquierda. Encontramos  la pronunciada senda que desciende a la Cova Tallada. Estamos muy cerca del Montgó en realidad sobre la meseta litoral que supone su prolongación hasta el mar. Es por eso que en esta zona se da el mismo karst, igual de incómodo para caminar sobre él. Tendremos entonces que subir hasta encontrar el camino, y después senda, que nos conduce hacia la cueva, caminando siempre al borde de los cantiles.La senda no tiene prácticamente desnivel, pero como ya dije, se hace muy incómodo caminar sobre la fracturada roca. Después de bajar unos empinados escalones de madera, y tras cruzar auténticos pasadizos entre pinos, palmitos y otros arbustos, llegamos finalmente a la entrada de la cueva. En este punto se hace necesario un pequeño destrepe. Bordeamos un pequeño tramo del acantilado, prácticamente a ras del mar, y llegamos a la boca de la cueva. Sólo se puede acceder (y salir) cuando el oleaje lo permite. En realidad se trata de una antigua cantera de piedra tosca, material utilizado en la comarca muy apreciado antiguamente para la construcción. Un trabajo de cientos de años de extracción de piedra tosca, combinado con la erosión del mar ha formado este paraje todavía a salvo, aunque relativamente, de la presión humana gracias sobre todo a la dificultad del acceso.  Regresamos por el mismo camino y celebramos el cumpleaños de Diego en el restaurante Amanecer.

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