Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

viernes, 28 de diciembre de 2012

BASÍLICA DE SAN GREGORIO OSTIENSE (NAVARRA)

"MARAVILLA DE NAVARRA"

En Navidad es tiempo de acercarse a casa y este año como todos hemos paseado por el camino que une Asarta con Nazar, hemos subido a Peñas Altas hasta la Fuente del Tejo y por un camino de Estemblo hasta la Sierra; en Legaria hasta el pozo de la Mora y el sendero de la vía del tren. Pero esto es lo habitual.
Lo que ha diferenciado estas Navidades ha sido el reencuentro con mi mejor amigo en época de Maristas. Priscilo Pecharromán, que vive en Tafalla, a dos hermanos que nos educaron, Iñaki y Rufino, y nuestra visita a San Gregorio con las explicaciones del último (que desde lo alto vigila nuestro regreso a casa sanos y salvos). 

Localidad: SORLADA
Zona: Zona Media, Valle de la Berrueza.
Teléfono: 948534015 - 609869859.
Siglos de construcción: XVII-XVIII
Estilo: Barroco

Cerca del Camino de Santiago que se dirige desde Estella hacia Los Arcos , enclavado en el Valle de la Berrueza, se encuentra la Basílica de San Gregorio Ostiense, uno de los conjuntos más sobresalientes del barroco navarro. Nombrado recientemente "Maravilla de Navarra".
Sobre un cerro de la pequeña cadena montañosa que une Monjardín con la sierra de Codés y separa la Berrueza de las tierras que descienden hacia el Ebro, a 702 metros de altura, y rodeado de pequeños pueblecitos, encontramos uno de los mejores exponentes del arte barroco del norte de España: San Gregorio Ostiense.
La majestuosa basílica es una muestra de la gran popularidad que tuvo el santo entre los siglos XVI y XVIII, y del poder económico que alcanzó la Cofradía cuando no existían las compañías químicas ni los modernos insecticidas, pesticidas o plaguicidas, y los agricultores, al ver sus campos atacados por plagas que con frecuencia anunciaban hambrunas y muerte, miraban al cielo pidiendo el perdón de Dios y la protección del Altísimo, para lo que buscaban la intermediación de los Santos, entre los que el de la Berrueza se había mostrado el más eficaz y diligente.
La Basílica de San Gregorio Ostiense se levanta sobre una colina próxima al pueblo de Sorlada, en el valle de la Berrueza situado en la Zona Media de Navarra. Desde su emplazamiento se disfruta de una vista privilegiada sobre la comarca y es posible observar los pueblos de los valles de La Berrueza y Valdega, la Sierra de Codés, la Costalera,  Lóquiz, la de Andía, Monjardín y Montejurra.
Erigida en honor a San Gregorio, obispo de Ostia, sorprende su presencia regia sobre el alto de Piñalba, y abruma su portada, de gran riqueza y profusión ornamental. San Gregorio fue probablemente uno de los primeros caminantes a Santiago de Compostela. Llegó al Reino de Pamplona en los últimos años de su vida, enviado por el papa Benedicto IX.
Existe una leyenda que cuenta que Gregorio, obispo de Ostia y bibliotecario de Roma, fue enviado a Navarra en tiempos del rey García de Nájera (1039), donde libró a sus tierras de una terrible plaga de langosta. Y que cuando años más tarde murió en Logroño, afamado por sus obras y santidad, había dispuesto que cargaran su cuerpo en una mula con el fin de que lo enterraran donde cayera fatigado por tercera vez el animal.
En cuanto a la cultura, la Edad Moderna conoció dos movimientos: primero, durante los siglos XV y XVI, el renacimiento y, más tarde, en los siglos XVII y XVIII, el barroco. Como hemos comentado, en el renacimiento, el ser humano volvió a ser el núcleo del que partió un nuevo concepto de la cultura y del arte en contraposición al de la Edad Media -que tuvo en Dios y en la Iglesia su eje, aunque el gótico comenzó a desplazarlo hacia el ser humano-, e inspirándose en los modelos de la antigüedad clásica de Grecia y Roma, el arte regresó al naturalismo y al realismo, a la armonía y la proporción.En el siguiente período, en cambio, la Iglesia recuperó la iniciativa y promovió a través del barroco un nuevo estilo que buscase la comunicación directa con el ciudadano a través del sentimiento y de la emoción. Este nuevo arte, más dinámico y expresivo, que pretendía crear una propuesta artística más próxima al gusto cortesano y urbano, finalmente, se convirtió en un estilo heterogéneo que fue la antesala del pensamiento y el gusto contemporáneo.
La primitiva iglesia fue construida tras el descubrimiento del sepulcro del santo en el siglo XIII, las reformas posteriores han creado un templo de extraordinarias proporciones. Desde finales del XVII y durante buena parte del XVIII se elevó la actual basílica. En la primera fase se levantaron la nave, la portada y la torre. La fase rococó, en el tercer cuarto del siglo XVIII, supuso la construcción del crucero y la cabecera con el camarín. Por último, hacia 1831 se procedió a la reforma decorativa de la nave, en estilo neoclásico, y a la elevación del coro de los pies.
En su exterior presenta sólidos muros de sillería y contrafuertes en el lado del Evangelio, acompañados por interesantes juegos de volúmenes. Pero de todo el conjunto brilla con luz propia la espectacular portada, situada en el muro de la Epístola. Es la primera obra barroca de la basílica. Posee estructura absidial, presenta dos cuerpos de columnas salomónicas y está rematada por un cuarto de esfera. La abundante decoración que recubre su arquitectura le confiere una gran riqueza y espectacularidad, convirtiéndola en un gran retablo en piedra. Las hornacinas del primer cuerpo alojan las esculturas de San Pedro y San Pablo, y la central del segundo la imagen de San Gregorio Ostiense. En los paños laterales de este cuerpo se aprecian dos relieves alusivos a la historia del santo. Flanqueada por columnas salomónicas de más de tres metros de altura y de una sola pieza, inspiradas en la obra de Bernini, que terminan en capiteles compuestos.
Había relieves con escenas de la historia del santo, que, junto con la decoración de los casquetes del gran cascarón en que termina la fachada, a lo largo del siglo XX se han perdido casi en su totalidad. Una lástima ya que era una de las mejores de España en su estilo.

El interior del templo, tiene forma de cruz latina, nave de cuatro tramos y cúpula octogonal que remata el crucero y que aporta una iluminación muy especial con brazos y cabecera semicirculares, en el que conviven el barroco de comienzos del siglo XVIII y el rococó de la segunda mitad de esa centuria. En su entrada destacan las pinturas murales que narran la pericia de San Gregorio en una plaga que tuvo lugar en la comarca en el siglo XI.
Y con diferencia, lo más destacable es la cabecera de estructura trebolada, que aparece rematada por una monumental cúpula octogonal que corona el crucero del que desciende un chorro de luz que da al presbiterio una iluminación escenográfica.
En el crucero triunfa el rococó con una decoración espectacular, que unida a sus especiales estructuras e iluminación hacen de él un conjunto extraordinario en su género. En el retablo central aparece San Gregorio Ostiense, flanqueado por Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, y en los laterales, el del Evangelio está dedicado a San Joaquín, y el otro a San  Isidro Labrador.
Destacan la arqueta-relicario de plata en la que se guardan las reliquias, consistentes en la casi totalidad de los huesos del Santo, obra del Bajo Renacimiento navarro. Se conserva en el Museo Diocesano de Pamplona, y se traslada a la basílica cuando se celebra su fiesta. Y la Santa Cabeza, labrada en plata.
El conjunto está formado por la basílica barroca, enfrente  la casa-hospedería recientemente rehabilitada.
Entre ambas, el pequeño templete donde se da a adorar la reliquia. 
La razón de ser del santuario de San Gregorio Ostiense es la propia reliquia del santo, su Santa Cabeza, que se conserva bajo un rico forro de chapa de plata. Centra la leyenda cómo San Gregorio, monje benedictino del siglo XI, libró a Navarra de una plaga de langosta. Sepultado en la basílica, pronto se convirtió en protector contra la langosta, el pulgón y otros insectos.






Su esplendor fue durante los siglos XVI, XVII y XVIII, en el centro socio-religioso más importante de Navarra y uno de los más activos de España, al que de todos los rincones de la piel de toro llegaban comisiones en busca del agua que había pasado por sus reliquias, la cual tenía la virtud de acabar con las plagas que periódicamente asolaban el campo. De ahí la tradición de pasear la reliquia por múltiples localidades y pasar agua por la cabeza para posteriormente echarla sobre el campo con el fin de asegurar una buena cosecha. También se bebe para evitar o curas los males de garganta. Ello justifica la frase hecha: "Andar más que la cabeza de San Gregorio". San Gregorio Ostiense no sólo era eficaz contra las plagas del campo, sino que también lo era contra los males de oído, y ayudaba a la gente a buscar pareja. Y el tañido de las campanas de su torre tenía la virtud de hacer desaparecer los rayos y convertir la piedra en fina agua.
Para terminar con las propiedades, en la Basílica hay un ladrillo que pisaban los mozos y mozas solteros para buscar novio/a.  
Durante el mes de mayo, los pueblos del valle de la Berrueza, de Valdega y Los Arcos peregrinan los domingos hasta el santuario, después de la misa y procesión se organizan comidas campestres.

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