Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

domingo, 12 de abril de 2015

SIERRA DE CÓRDOBA- BAÑOS DE POPEA, ARROYO BEJARANO, y FUENTE DEL ELEFANTE.

POR LA AGRESTE SIERRA CORDOBESA


FICHA TÉCNICA-
Día: 12/04/2015
Participantes: Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 3 horas y media.
Distancia: 15 km.
Dificultad: Media.
Plano 
Punto de inicio: Desde Córdoba capital hacia Medina Azahara, sin entrar seguimos por la derecha hasta encontrar la carretera CO-3402 hasta  Santa María de Trassierra. Justo antes de entrar en el casco urbano, después del km. 11, a la derecha nos encontramos una bifurcación asfaltada y en el mismo cruce un bar.
Seguimos por el camino, el cual pierde el poco asfalto que tenía para convertirse en una pista de tierra. Enseguida encontramos otra bifurcación en la que a la derecha indica Arroyo Bejarano. En ese punto giramos a la izquierda para bajar rectos y dejar en una explanada nuestro vehículo.
Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9366397 

ITINERARIO:
Santa María de Trassierra -Baños de Popea - Molino del Molinillo -Río Guadiato -Tabla de la Aldea - Arroyo Bejarano - Minas romanas de cobre - Molino del Martinete(para moler mineral) - Calzada romana - Valla - Cortijo de los Baldíos del Río - Valla - Fábrica de Paños y Casa del Bejarano - Primer venero del Bejarano- Casa del Coronel y ruinas del acueducto - Cortijo del Caño - Fuente del Elefante o Caño de Escarabita - Acueducto romano de Valdepuentes- Cortijo del Caño - Camino del Caño - Carretera y camino Torrehoria - Santa María de Trassierra.


La sierra de Córdoba, en las estribaciones más al Sur de Sierra Morena, abarca el paraje conocido como Arroyo Bejarano, Baños de Popea y Fuente del Elefante, que se ubican en el tramo final de los arroyos Bejarano y del Molino, tributarios del río Guadiato. 
Su seña de identidad es el bosque en galería en las riberas y el de quercíneas en las zonas adyacentes. El relieve es suave.
La cuenca del río Guadiato determina en gran medida la sierra cordobesa y, en su tramo inferior, se encuentran los lugares más interesantes de la provincia de Córdoba desde el punto de vista natural. Están llenos de historia con vestigios como acueductos, fuentes o molinos, que indican la importancia que para Córdoba han desempeñado por su riqueza hídrica. 






















Su variada vegetación la convierten en la zona mejor conservada de la provincia de Córdoba y, probablemente, de toda Andalucía. Destacan las apretadas saucedas (sarga negra) a lo largo del río Guadiato, así como alisedas y olmedas que pueblan los arroyos que alimentan este río, como son el Bejarano y el del Molino.
Encontramos una fauna rica y variada, aves tan interesantes como el ratonero y el azor. También pueblan el lugar el ruiseñor, el mirlo, el zorzal, el arrendajo, la tórtola, la curruca y el chochín. Entre los mamíferos destacan el zorro, el meloncillo, el tejón, el turón, la gineta, la nutria, el jabalí y el ciervo fundamentalmente, y hay que mencionar que estos bosques son zonas de paso del lince ibérico.



RUTA:
Aparcamos en una explanada. Al lado de una senda por la que comenzamos a caminar en descenso, internandonos en un exuberante bosque de galería, el mejor conservado de Sierra Morena, formado por un rico manto verde de helechos, acantos, zarzas, rosales y hermosos ejemplares de avellanos, sauces, chopos, mimbreras, avellanos, olmos, alisos... y arces de Montpellier, que es en el único bosque de Córdoba que se da cita. 























Ayer estuvo lloviendo así que avanzamos entre ays, por el agua que desprenden las plantas cuando damos un paso. El sendero nos lleva haciendo varios zigzags en pocos minutos hasta las ruinas del Molino del Molinillo del siglo X, en la orilla del arroyo del mismo nombre. Y continuando un pequeño trecho nos situamos a orillas de los Baños de Popea, preciosa cascada y poza de agua de un verde intenso.

Volvemos sobre nuestros pasos, con cuidado porque el suelo está algo resbaladizo. Nos colocamos al lado del molino y desde allí debemos cruzar el arroyo, pasando por debajo de un puente de piedra, por la ribera buscaremos la desembocadura del Arroyo del Molino que tributa sus aguas al Guadiato (afluente del Guadalquivir).

El caudal es considerable y en otras épocas fue aprovechada su energía hidráuli­ca. Restos de conducciones y de presas se entre­mezclan con una densa arboleda en la que disfrutamos de un espacio rebosante de verdor. Pequeños saltos de agua y cascadas alternadas con remansos dotan al lugar de un fondo sonoro muy relajante.
Tenemos que cruzar varias veces el arroyo del Molino y llegamos al paraje llamado la Tabla de la Aldea, lugar donde el río Guadiato se remansa e invita al baño, y al fondo se oye el croar de las ranas. El agua cristalina da un reflejo exacto del bosque que crece en sus orillas. Espectacular.
























El camino va haciendo equilibrios, por la misma orilla. En un árbol hay una cuerda para lanzarse al agua estilo Tarzán que hará las delicias de pequeños y mayores en pleno verano, hoy hace calor pero todavía no apetece el baño.

 









Abandonamos la orilla del río y cruzamos el arroyo Bejarano, que tributa sus aguas al Guadiato en este lugar. 
La senda va girando y ascendiende suavemente por la orilla derecha del riachuelo (según la dirección de la corriente). Hacemos una parada al ver las minas romanas   La vegetación presenta aquí un aspecto salvaje.

















Conforme ganamos altura encontramos una vegetación típicamente mediterránea compuesta principalmente por encinar, alcornocal, pinar, jaral y herbáceas. Existen otras especies muy interesantes como el durillo, el rusco, el jazmín silvestre, la jara y la alcandorera.
Termina la cuesta y nos alejamos del río, giramos a la izquierda para en pocos metros internarnos por un estrecho sendero, a la derecha, que nos conduce hasta las ruinas del molino de Martinete, usado para moler mineral desde época califal. Apenas quedan un par de paredes, pero sus puertas de arco le dan un aspecto vetusto que hablan de los años y de la actividad que habría en este rincón paradisiaco.

Atravesando los arcos del molino nos situamos en su lateral y surge una senda que nos lleva de nuevo a reincorporanos al camino abandonado poco antes.
Ahora giramos a la izquierda para caminar por un bosque, más abierto,  con verdes praderas y donde los arboles que flanquean el paso son sobre todo de encinas.
En poco tiempo nos situamos en la calzada romana y enfrente tenemos una valla verde y un aviso poco tranquilizador, "Cierren la puerta, ganado vacuno suelto".
El track que llevamos gira a la izquierda, y nosotros lo seguimos transitando paralelos a una valla de alambre con espino. En este rincón descubrimos que abundan los alcornoques de buen tamaño y les han extraído el corcho hace poco tiempo (se puede hacer cada 9 años).
Caminamos encantados por este rincón tan bucólico en el que nos encontramos, pero nuestro GPS nos dice que ha cruzado la valla en este punto girando a la derecha. Tiene doble valla, y con espino.
No puede ser, volvemos hacia atrás y encontramos unos muchachos, que antes de que les preguntemos dicen que no saben donde están, pero creen que siguiendo rectos volveremos a encontrar la ruta. Pensamos que tienen razón y les seguimos, buscando un camino que tiene que salir a la derecha para situarnos al otro lado de la finca.
Pero avanzando, avanzando, este nos lleva hasta el Cortijo de los Baldíos del Río, hay un tetracruce, nosotros nos decantamos por el de la derecha, pero vuelven de nuevo los chavales y nos dicen que hay una valla y está cerrada con candado. Que contrariedad, hay que trabajar a la tarde, no nos podemos perder.
























Aparecen unos ciclistas y nos dicen que si seguimos por el camino de enfrente, al cual veníamos al principio, nos alejamos mucho de Trassierra. Así que decidimos volver sobre nuestros pasos y hacer la ruta lineal si no surge mejor alternativa.
Pero cuando volvemos un trecho nos damos cuenta de que hay una puerta de hierro a nuestra izquierda, (antes al pasar nos ha quedado a la derecha) el camino está muy difuminado, no tiene aspecto de usarse mucho, pero para nosotros es una buena solución.
Vamos hasta la puerta y podemos abrir, no hay cartel ni candado que lo impida, adelante.
Caminamos por una dehesa y pastizal, rodeada de encinas, alcornoques y vemos algún rastro en forma de excremento de la presencia de ganado vacuno, pero no vemos nada, si surge un peligro nos resguardaremos tras los arboles.

Enseguida vemos multitud de ciclistas que circulan paralelos a la valla de alambre que se interpone entre ellos y nosotros. Vamos mirando si hay una puerta de salida, pero no se ve nada hasta que por fin descubrimos al lado de unos enormes encinos una valla de hierro verde, pero tiene un candado. Mirando a su lado hay un paso para personas, perfecto.










Nos libramos de encontronazos con ganado vacuno, pero corremos el peligro de ser atropellados por las bicis, hay una carrera y bajan como locos.
Vamos caminando por una pista de tierra y sobrepasamos el Cortijo y Fábrica de Paño del Bejarano, en ruinas.


El paisaje adehesado es subyugante, el día primaveral resalta los tonos verdosos de los renuevos de las hojas, de las higueras, avellanos... que se conservan al lado de los cortijos en ruinas, de los caminos...
Llegamos a un cruce que se desvía a la izquierda para ver el primer venero del arroyo Bejarano, que nunca ha dejado de fluir. Abrimos la valla y cuando surgen dos sendas,  hacia la derecha encontramos una poza de agua y una pequeña cascada que se precipita en ella. Al lado del salto de agua se conservan restos de una construcción de piedra donde captaban el acuífero y comenzaba el acueducto Valdepuentes de origen romano y datado del siglo I d.C. Denominado Aqua Augusta que recorría estos parajes distribuyendo el agua, por la Casa del Coronel, la fuente del Elefante y llegaba como principal aporte hidráulico a la ciudad de Córdoba. En el periodo islámico el acueducto siguió siendo utilizado fundamentalmente para abastecer a la ciudad palatina de Madinat–al–Zahra.
En este recorrido se encuentra la parte más importante de los restos visibles que conforman esta obra faraónica, con sus más de 18 kilómetros de longitud.
Regresamos de nuevo al camino de tierra y volvemos a tropezar con corredores en bici. Pero en el siguiente cruce giramos a la izquierda y nos salimos del circuito, que descanso.
Llegamos a la casa del Coronel, en ruinas,  y preguntando a un muchacho por la fuente del Elefante nos dice que a la izquierda hay un atajo, cruzamos con él una valla de madera y avanzamos por una pequeña cuesta girando a la derecha en la intersección que hallamos para llegar al Cortijo del Caño. 









Volvemos a traspasar una valla metálica, que está al lado de la casa,  y rectos nos dirigimos hasta la impresionante fuente del Elefante, la estatua que está en el enclave no es la original, la llevaron al Museo Diocesano, pero es igualmente espectacular y a Julián que lleva toda la mañana oyendo hablar de ella le sorprende el tamaño de la estatua.

























La Fuente del Elefante es una escultura de época califal con la función de surtidor de agua, al igual que el famoso Cervatillo de Madinat–al–Zahra. Junto con éste es una de las pocas figuras decorativas hispanomusulmanas que conocemos.









Su situación originaria fue la de un antiguo palacio de recreo del Califa que existió en este enclave y se dice que todos los devotos islámicos tenían la obligación de trabajar en la finca al menos una semana al año para costear con los beneficios el arreglo y mantenimiento de la Mezquita de Córdoba.

El lugar ha sido muy mencionado en la literatura árabe por la belleza que poseyó en otro tiempo y de la que aún conserva algunas pinceladas. Según investigadores aquí estuvo situado «El Valle de las Rosas», citado en la célebre Risala del Islam español.
Mirando al GPS, a pesar de la señal que nos marca a Trassierra rectos, pero este nos dice que volvamos al Cortijo del Caño. Decidimos hacerle caso a regañadientes.
Volvemos al Cortijo del Caño, hay ovejas pastando,  y a la derecha por un camino de tierra por el que avanzamos rápidamente.
Es una preciosa vereda flanqueada de encinas que nos saca a la carretera CO-3402. (Hay una senda paralela a la carreter A la derecha, buscando el punto kilométrico, enseguida llegamos al 10, bien, seguimos otro más para cruzar por delante del 11 y encontrar el cartel de Santa María de Trassierra, la imagen de la virgen, si por aquí hemos entrado con el coche. Solo nos quedan un par de kilómetros en ligero descenso que nos llevan hasta el coche.
Maravillosa ruta. La gran diversidad y singularidad botánica y paisajista de la campiña cordobesa nos ha sorprendido gratamente. Desde pastizales, bosques con alcornoques, castaños, encinos, fresnos, alisos, sauces, avellanos, cantuesos, jaras, acebuches, coscojas, madroños, durillos......


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