Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

sábado, 7 de noviembre de 2015

DE TORMOS AL PANTANO DE ISBERT POR EL BARRANCO DE LA PALLA Y DEL INFIERNO

ETERNO VERANO EN LA MARINA ALTA


FICHA TÉCNICA-
Día: 7/11/2015
Participantes: Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 7 horas y media.
Distancia: 22 km.
Dificultad: Media-Alta

Es una combinación de varios PR: PR CV 43PR CV 58PR CV 147 , PR CV 181
Como llegar: Por la A-7 hasta Ondara. Tomar la CV-731 hasta Benidoleig, en Orba girar a la derecha por la CV-715 para llegar al pueblo de Tormos.
Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11320386


ITINERARIO:
Tormos- Iglesia - Ayuntamiento - Cementerio - PR CV 58 - Casa - Caseta - Barranco de la Palla - Cova de la Palla - Cova del Peret - Els Pouets del Barranc de la Palla - Collado del Barranco de la Palla - Penya del Migdia - PR CV 43 - Juvees d'Enmig -  PR CV 147 - Pou de Juvea - Barranco del Infierno - Forat - Fuente Grossa y Lavadero - Fleix - Campell - Pantano de Isbert - PR CV 368 - Río Girona - Área recreativa de Costera de Moll - Tormos.
Arte en la cueva del Barranco de la Palla


Tormos es un municipio de la Comunidad Valenciana, situado en el noreste de la provincia de Alicante, en la comarca de la Marina Alta, al pie del monte Recingles, en la Sierra del Mediodía(Migdia) y cercano al río Girona. 
Desde su zona más alta se puede admirar la espectacular vista de todo el valle de la Rectoría, con el Mar Mediterráneo al fondo, hacia el Norte la sierra de Segaria, hacia el Este el Parque Natural del Montgó, hacia el Sur las sierra del Castell de la Solana y de Seguili, y las montañas que lo circundan.

En el término municipal del pueblo de Tormos hay restos pictóricos de la época neoítica,Cova de la Palla, así como de poblados de la edad del cobre y de al menos dos yacimientos romanos de época bajo imperial. 

 
RUTA:

Aparcamos en la parte baja del pueblo. Parada a colocarnos las botas y cogiendo los polares por si hace frío, que optimistas,  salimos en ascenso por las calles del pueblo. Llegamos al frontal de la portada de la Iglesia y girando a la derecha vemos el Ayuntamiento. Por la calle que separa ambos edificios nos alzamos poco a poco hasta llegar al cementerio. 
Una vez en este, al lado izquierdo de la puerta de acceso está un panel indicador del PR CV 58, sendero ancestral que une el pueblo con Ebo, Adsubia y Pego.

Nos introducimos en la angosta senda, desdibujada por la cantidad de hierba que hay a los lados, y vamos remontando por la cara Este de la Sierra de Migdia, en zigzags. Hay intercalados riscos pedregosos que el trazado del camino los supera con facilidad.
En unos momentos el sendero nos dirige hacia  la Segaria que queda a nuestra izquierda, con el Montgó vigilante, y después una fuerte curva nos lleva en sentido contrario, hacia el Cavall Verd.


La senda se interna en la montaña poco a poco y en muchos tramos está escalonada al haberse conservado los caminos de herradura antiguos, igual que la del Infierno, para conseguir subir con más facilidad con animales y carga.
Mirando al frente vemos la crestera rocosa de la sierra. Y vamos superando espolones rocosos sin ninguna dificultad.
Llegamos al punto de intersección que veníamos buscando. Siempre hemos ido por la derecha para llegar bordeando la falda de les Recingles de la Cova Blanca a Pla dels Poets y de allí subir al Cavall. 









Pero hoy vamos a descubrir caminos inéditos para nosotros, por la izquierda, un gran hito nos marca esta nueva dirección. 
El sendero guiado por sucesivos cairns enseguida nos sitúa ante los restos de una casa de labranza con su carrasca centenaria, su enorme algarrobo y restos de tapias usadas para los cultivos antiguamente. Y unas vistas panorámicas que nos dejan embelesados un buen rato.


A nuestras espaldas las estribaciones del Sureste de les Recingles de la Cova Blanca.
A nuestros pies todo el fértil valle de la Rectoría que está delimitado a la izquierda por la Segaria; de frente por el Montgó; a la derecha Bernia, el Ferrer, el Carrascal de Parcent y en primer plano la sierra del Castell de la Solana, el Seguili, la inmensa roca que forma el Cavall Verd o sierra del Penyal Roig..... e infinidad de barrancos y colinas que forman un paisaje agrestre con grandes desniveles, a pesar de no contar con elevadas montañas.















Caminamos por encima de una tapia y en algún momento bajamos el muro, todavía encontramos algún hito de piedra. Pero llegamos a una zona donde las pequeñas carrascas nos impiden el paso, tenemos que sobreparlas yendo más abajo o subiendo un poco.
Nos decidimos por esta última opción y desandamos unos pasos para trepar por unas tapias que nos conducen hasta un pequeño sendero, o trazas de que en algun momento lo hubo. Por este intermitente camino llegamos a una pequeña cabaña donde nos paramos a contemplar un racimo de setas que han nacido a su lado, ¿son de cardo??. Tiene un pequeño pilón de piedra y está lleno de agua, y parece estar en uso. Un buen refugio si te pilla una tormenta.
A continuación el sendero se va cerrando por la maleza y decidimos ir avanzando pero subiendo hacia les Recingles, para evitar volver a esforzarnos para llegar al collado. 
Al principio parece que hay huellas del paso de personas, pero llevamos un rato sin hitos. Cuando al frente vemos un pequeño bosquete de carrascas bajas y una peña nos planteamos dar un punto de inflexión a nuestra ruta y descendemos en diagonal buscando un sendero más evidente. Como así resulta, el sendero oficial lo teníamos al alcance de la mano, pero un poco más abajo. Justo a tiempo volvemos al buen camino porque en esta zona se multiplica la piedra y las sorteamos perfectamente con el sendero de herradura por este tramo más pedregoso.
Vemos al fondo del barranco, en la otra vertiente, una gran cueva y está protegida con una valla, es la Cueva de la Palla donde hay pinturas rupestres de gran relevancia. A su lado hay otras pequeñas oquedades.

El sendero se difumina a ratos, pero algún buen samaritano ha marcado con puntos verdes el trayecto. En principio tenía que ser un sendero de pequeño recorrido, variante del PR CV 58, pero no tiene ninguna marca blanca/amarilla.
Esta vereda nos desciende preocupantemente, llegando al cauce seco del barranco de la Palla, lo atravesamos y por su otra vertiente vamos avanzando con esfuerzo. He leído que desde este cauce seco la gente baja a la Cova de la Palla, está muy enmarañado, hoy nosotros lo desechamos.
El suelo de tierra está algo resbaladizo y tiene un importante desnivel. Por no hablar de las altas temperaturas, acompañadas de la humedad de las montañas cerca del mar, hacen un día bastante asfixiante.
Conforme ganamos altura vamos teniendo vistas al cordal de la sierra de Migdia. Primero surgen les Recingles como una enorme espina dorsal de piedra que baja desde la cima hasta casi besar el barranco. Un pequeño collado de hierba al que hemos llegado desde Pla dels Poets y creo que de esta parte no será difícil encaramarse, eso si con una gran pendiente. Y a continuación los riscos sobre los que se eleva el vértice geodésico del Cavall. 
Sobre nuestras cabezas también tenemos unos enormes acantilados de roca que dan a este barranco una vista muy montañera.
Cuando hemos cogido una altura considerable hacemos una parada para beber agua, comer algo y para disfrutar del entorno.
                                                                     Retomamos la subida encontrando un sester en la Cova de Peret, tiene una silla en su interior, pero después del descubrimiento del sillón de la excursión última en el Biscoy nada nos extraña, gente muy comodona viene al monte.
Al lado una preciosa higuera, un algarrobo y unos riscos con formas caprichosas lo rodean, parecen los torreones de un castillo.
En poco tiempo llegamos a Els Pouets del Barranco de la Palla, un par de pozos redondos de agua, con peligro porque están sin vallar, y un abrevadero seco. 
Perdidas las trazas de senda cruzamos el barranco hasta unas tapias de piedra y nos acercamos a las ruinas de una casa y desde allí vamos ascendiendo entre piedras hasta subir al collado y enlazar con el sendero que viene del Cavall, a la derecha,  y va hacia Ebo/Laguar, a la izquierda. 
Yendo un poco a la izquierda encontramos el hito de piedras que marca la cabecera del Barranco de la Palla y el punto de inicio de descenso, que habíamos visto la primera vez que subimos al Cavall y dejamos pendiente de recorrer. Por fin.
Las vistas son impresionantes. A la izquierda todo el cordal de la sierra de Migdia, al fondo primero los Recingles y después el Cavall. Y el Montgó entre nieblas. A la derecha las estribaciones del Puntal del Morrut.
Transitamos por un bosque de matorral bajo, con palmito, tomillos, romeros, brezos... a buscar el carretil que enlaza Ebo con Laguar, pasamos al lado de la Penya de Migdia y hacemos cumbre con facilidad.
Ya hemos hecho la parte más exigente de la ruta, el ascenso del barranco de la Palla, así que disfrutamos de las vistas, de frente la sierra de la Carrasca, al fondo se ve la Aixortà, la Serrella, el  Montcabrer, la Safor, el Benicadell, la Sierra Foradà.... 
Por un estrecho sendero continuamos dirección Oeste hasta que un hito de piedras nos hace girar a la izquierda, hacia el Sur y tenemos vistas a todo el valle de Laguar por entre las peñas del Alt de la  Mançanera y el Parat dels Oms, en primer plano.
Las huellas que seguimos están poco visibles, gracias al track que llevamos vamos haciendo los cruces que este nos marca y evitamos hacer campo a través.
Nos indica que hay que hacer un giro a la izquierda, baja por el lateral del Tossal de la Catxutxa y desde él llegamos a la vaguada situada a los pies del Alto de la Mançanera. 
Los tonos rojizos de los brezos nos dan un toque de color y nos sorprende hace diez días los vimos con flores blancas y rosas.
Estamos en una pista ancha de tierra y llegamos por la falda de la Mançanera hasta un abrevadero y un pou que todavía conserva la polea para sacar agua. A sus espaldas una finca con paredes de piedra seca y con arboles frutales, sobre todo almendros. 
Desde esta tomamos un atajo por una angosta senda para salir al PR CV 43, a la ancha pista de tierra que une Ebo con Laguar, se usa para pasar con coches.
Es más rápido el avance por este carril a tramos asfaltado y en otros de tierra.
Vamos llegando al itinerario de la catedral del senderismo, vemos el aparcamiento que hay en les Juvees d'Enmig usado para bajar por la Font de Reinós, por los barranquistas. Pero en él hay solo un coche, mala señal para que halla mucha agua.
Nos situamos en el enlace con el PR CV 147. A la derecha por la Font de Reinós y el Barranco de Racons hacia Benimaurell. De frente por el Pou de Juvea, la cascada y el Forat a Fleix, optamos por esta última. 
Hay un par de viviendas rehabilitadas con mucho gusto, pero donde no se ve a nadie.
Continuamos rectos entre la falda del Alto de la Mançanera y varias huertas hasta el Pou de Juvea, un dispositivo manual permite sacar agua del pozo y se sobra agua que baja por los ribazos de las huertas del barranco.
En este punto han puesto unos puentes de madera que mojados son peligrosos de cruzar, cuidado.
El arroyo que baja al lado derecho del sendero tiene mucha agua, ¿¿será buena señal?? Porque no sabemos si la cascada estará o no.
Bajamos disfrutando de cada escalón, hacia tiempo que no veniamos y es un placer volver a recorrer este sendero ancestral y que se encuentre en tan buen estado como la primera vez que pasamos. Caminamos teniendo de frente las peñas del Cavall Verd con su inconfundible silueta.

Cada nueva curva nos hace mantener la incertidumbre. Hasta que salimos hasta un balcón que tiene vistas directas a la cascada, no hay agua, apenas unas gotas se deslizan por la pared. Solo le ha faltado la guinda al pastel de chocolate.
En este trayecto tenemos los famosos escalones de época morisca, y siempre nos maravilla el gran trabajo que se tomaron y su perfección al hacer las curvas en este serpenteante sendero.
Alcanzamos el cauce seco del río Girona y lo atravesamos rectos para llegar al lado de un enorme algarrobo y ahí girando a la izquierda nos toca subir escalones, esto es peor.
El calor aprieta, pero poco a poco logramos situarnos en la base de un tremendo acantilado con colores rojizos y con vistas a la pared por donde si llueve mucho se sobra el agua y produce una espectacular caída, y decidimos parar a comer en este punto que era el elegido para hoy.
Estabamos hambrientos así que devoramos la comida y recuperando el resuello proseguimos nuestra ruta. Pasamos debajo de la pared y no hay ni pozas de agua que nos haga evitar el paso por medio, ni gota, que extraño,¿¿ la han retenido en algún lugar???
Esto es digno de investigación, ja, ja, ja.



















Continuamos el último tramo de escalones centenarios para encaramarnos a la montaña contando con unas fabulosas vistas al forat y mirando hacia atrás a los interminables escalones que hemos superado, a la sierra de la Mançanera y al Parat dels Oms.

Pasamos el Forat y nos vuelve a extrañar que el río que baja una vez traspasas el pequeño túnel no baja ni gota, algo de humedad que nos hace apoyar los bastones con cuidado de no resbalar y hacia arriba. Es raro porque se oye en el valle el ruido del agua al precipitarse al vacío, pero no es la suficiente para hacer que el río fluya y se descuelgue por la pared.
En el rincón que se forma a nuestra derecha hay varios chopos que dan un tono ocre/amarillento a nuestra ruta de hoy. Por la temperatura no sabriamos si es otoño o verano.
En poco tiempo nos alzamos a la pista de cemento que une Fleix con Benimaurell, por las huertas.
Un buen trago de agua en la Font Grossa, rellenamos botellas, sacamos la foto del lavadero y nos ponemos en marcha hacia la izquierda. 


Por muchas veces que la veamos siempre nos sorprende el enorme tamaño de la higuera que tenemos al lado derecho, impresionante, no ha perdido todavía las hojas, casi no las tiene amarillas.  En el valle de Laguar el  verano es eterno.



Encontramos en el pueblo de Fleix el trazado del PR-CV 181 que coincide con una parte del trayecto que llevamos nosotros. Este sendero sube al Cavall Verd, y un ramal baja desde ahí por Fontilles al pantano de Isbert. Nosotros solo bajaremos por Campell al pantano.

Desde Fleix descendemos hacia el siguiente pueblo. Por la acera llegamos hasta el bar l'Anoer y aquí mismo debemos cruzar la carretera para buscar un carretil que nos desciende bruscamente, pasa al lado de la preciosa casa rural la Casota.
Las vistas del barranco de les Hortes y sus chopos otoñales nos hacen detenernos un rato para disfrutar del paisaje y sentir el cambio de estación.
Prosiguiendo por el carretil, este nos baja en un momento al pueblo de Campell. Lo recorremos a lo largo, por la calle principal, para salir por el lateral de la Iglesia y una vez en las afueras del pueblo un poste nos indica que debemos girar a la izquierda.
Lo recorrimos hace años y sigue el sendero angosto, frondoso y rudimentario, ahora está marcado con postes que evitan que te pierdas.

A los lados de la senda hay pequeñas huertas, algunas abandonadas, con almendros, algarrobos, higueras... 
Desechamos un cruce a la izquierda que nos llevaría a Fontilles. Solo nos queda 1 kilómetro a la Presa de Isbert. Llegamos a una encrucijada en la que enlazamos con el PR CV 368 que llevará luego hacia Orba, pero vamos a desviarnos a la izquierda, por la senda que va entre una tapia de piedra y un garaje 
Caminamos hasta el túnel, la otra vez pasamos sin linterna, pero hoy hemos sido previsores y la usamos, menos mal porque hay charcos y asi podemos caminar sin mojarnos. Había oído que se criaban murcielagos en él, pero no los hemos visto.
Un último cruce a la izquierda y nos situamos en la puerta vallada del pantano, pone una señal de prohibido el paso y está cerrada. Pero avanzando por el lateral un poco hay un trozo de valla rota y por ella nos colamos. Un pasillo con barandillas nos acerca hasta el dique.
El acceso a la parte alta también está cerrado con otro vallado, pero este sin fisuras. Y una endeble escalera lleva hasta lo alto.
A la izquierda aparece un túnel aliviadero que rodea la presa y sale al otro lado, pero dicen que actualmente se encuentra sellado. Miramos con la linterna y está inundado.
El pantano de Isbert se construyó sin tener en cuenta las características geológicas del terreno (muy permeables) y el agua embalsada rápidamente se filtra por el suelo. En la actualidad sirve para frenar el caudal en caso de riada y cargar el acuífero de Orba con el agua que de otro modo, se perdería en el mar.
Volvemos sobre nuestros pasos.

Atravesamos la ranura abierta en el alambre y retornamos a buscar el PR CV 368. Caminamos de frente a unos grandes acantilados rojizos que antes no habiamos reparado en ellos, tienen un tono fuerte y a media altura parece que se forma una cornisa o "faja" que permita recorrerlos como si del Pirineo se tratara.
Volvemos a atravesar el túnel y llegamos a la intersección. Tomamos a la izquierda para ir por un carretil asfaltado al lado de huertas de almendros, naranjos, limoneros..... 











Es un camino llano que enseguida nos hace virar a la izquierda, en suave descenso.

Debemos atravesar el cauce del río Girona. Una pequeña presa sirve para remansar el agua y formar un pequeño embalse donde los juncos, adelfas o baladres, matorral, se apoderan de las orillas.
Después el agua desaparece filtrandose por el subsuelo, convirtiéndose en un barranco seco por completo.
Cruza una pequeña serpiente delante de nuestros pies, después de los gritos comentamos que es un mes para que las bichas estuvieran en hibernación, pero en Alicante no tienen esa costumbre tan sana. Hemos visto en noviembre, diciembre y hasta en enero.
Pasamos de nuevo el cauce, totalmente seco y sin llegar al casco urbano de Orba giramos para encaminarmos a Tormos.
Es una senda casi toda en llano por la que se avanza deprisa, sobre el papel parecía lejano el pueblo de Fleix de nuestro punto de llegada en Tormos, pero es un sencillo paseo con los últimos rayos del sol.



Por el camino de tierra, entre campos de mandarinos, naranjos y lo que creemos que serán aguacates, vamos viendo el barranco de la Palla, al que las sombras le están invadiendo.
Damos un giro a la izquierda para pasar por una edificación de los regantes y nos situamos en la salida del Barranco de la Palla. Un estrecho carretil se interna en él. Nosotros debemos girar a la derecha para pasar al lado del área recreativa de la Costera de Moll y ya vemos el pueblo al alcance de la mano.


Últimos pasos para llegar al pueblo de Tormos y sacar una foto de la loma por la que hemos comenzado esta mañana el trayecto. Las sombras se van apoderando de la sierra, pero sobre las cimas del Migdia todavía inciden los últimos rayos de sol.
Magnífica excursión donde han sobrado grados, pero ni un solo kilómetro.

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