Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

domingo, 27 de agosto de 2017

SIERRA DE SAN GREGORIO

FRONTERA NATURAL QUE CIERRA POR EL SUR EL VALLE DE LA BERRUEZA Y VALDEGA


FICHA TÉCNICA-
Día: 27/08/2017
Participantes: Julián.
Tiempo estimado: 4 horas.
Distancia: 16 km.
Desnivel: 366↑↓
Dificultad: Media-Baja
Como llegar:
Wikiloc: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=19430322-De Etayo a Sorlada

               https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=19467062-De Etayo a Learza

ITINERARIO:
Etayo (Valdega) - Fuente - Iglesia - Camino de la Sierra - Ermita de San Cristóbal - Camino del Monte Bajo - Camino de la Virgen - Ermita de la Virgen de la Guarda - Collado - Basílica de San Gregorio - Monolitos - Sorlada(Valle de la Berrueza) - Camino de Learza - Camino de Sorlada - Learza - Iglesia de San Andrés - Camino de Etayo - Quejigos de Learza - Camino de Learza - Etayo

RUTA:
Inicio de la etapa de hoy en Etayo. Voy a recorrer la espina dorsal de la Sierra de San Gregorio, que cierra los valles de la Berrueza y Valdega hacia el Sur de Navarra. 

Con cada paso que doy se abren las vistas a las sierras del Este, Monjardin, en primer plano, y Montejurra, al fondo. Al Norte, la muralla de la larguísima Sierra de Lóquiz que cierra ambos valles por el Norte.
Por el camino de la Sierra voy ganando altura y ampliando las vistas a Valdega, de frente y al Este; y al valle de la Berrueza, hacia el Oeste.
























En pocos minutos abandono la pista asfaltada que se convierte en un camino de tierra rojiza que conduce hasta la ermita de San Cristóbal. Está abierta. Recuperándose del paseo hay un vecino de Etayo que me informa que durante todo el verano tienen a un "okupa" en la ermita y me explica que la ruta hasta San Gregorio es preciosa. Me acompaña un kilómetro. Él regresa a su pueblo y yo sigo hacia adelante.






En nuestro camino nos acompañan pequeñas encinas, pinos, arbustos de romero, enebro.... 



















y la característica tierra rojiza.

Hacia el Oeste surgen la sierra de Codés, la de la Costalera, y Dos Hermanas. Estas sirven de frontera por el poniente del valle de la Berrueza,  que linda con la vecina Álava compartiendo las dos primeras cordilleras.

Hacia el Norte la muralla larga e interminable de la Sierra de Lóquiz va ganando en extensión.
























Al Este se distinguen las cimas del Monjardín y detrás la emblemática Montejurra. El espectacular mirador al valle me lo ha recomendado muy encarecidamente el señor que he encontrado en la ermita de San Cristóbal. No tiene mal gusto.
























Por el cordal de la sierra atravieso la zona perteneciente al caserío de Learza, con gran tradición cazadora. El marqués organizaba partidas para la caza de la paloma torcaz. Ahora se está intentando recuperar esa actividad.

 
Se conservan pequeñas chozas y refugios para ocultarse de las aves, también unas largas varas o cimbeles que servían para colocar los reclamos en ellas y que fueran visibles para atraer a la caza.

Después de parar un momento para contemplar estas técnicas de camuflaje veo de frente la ermita de la Virgen de la Guarda. Sobre todo destaca la gran roca a cuyo resguardo se construyó.



























Echando una mirada hacia atrás observo que las nubes se van agolpando.
























De frente veo la ermita, la gran roca sobre la que se apoya y el extenso encinar que rodea la colina. A la derecha, surge la torre de San Gregorio Ostiense y unos molinos de viento de la Sierra de Aguilar.


Transito por una ancha senda por la que es muy fácil avanzar rápido. No tiene apenas desnivel.
Mirando a la derecha veo Piedramillera y la sierra Dos Hermanas, que subimos hace pocos días.



Un cruce que debo tomar a la izquierda me aproxima a las descomunales rocas. Parece que quieren cerrar el paso, pero hay una abertura por la que se accede a la Virgen de la Guarda.
La ermita se encuentra cerrada. Desde un lateral se observan vistas amplias al Sur. Está muy bien resguardada hacia el Norte, se evita que venga el viento frío.
 
Hacia el Sur, la Ribera de Navarra, más árida que la Zona Media en la que están enclavados los valles de la Berrueza y Valdega. Destacan unos monolitos de roca en la ladera.

























Regreso al sendero principal.






















Y desde un mirador se disfruta de amplias vistas a la basílica de San Gregorio. A continuación, la Sierra de Cábrega y, al fondo, la de Codés.






















La basílica, enclavada en el alto de Piñalba, reposa junto a la casa-hospedería,  recientemente restaurada.
En el valle, el pueblo de Sorlada. Mi suegra, es de dicha localidad navarra, y en su casa se dice: "San Gregorio está en un alto, y Sorlada en una cuesta. Si San Gregorio se cae, a Sorlada me la pesca".






















Llego al collado y recorro unos metros por el arcén del carretil que sube desde Sorlada hasta la basílica.
Abandonandolo por la derecha para avanzar por un sendero difuso que nos encarama hasta la basílica de San Gregorio Ostiense, cuya fachada es uno de los mejores exponentes del barroco en el norte de España.

Aquí fue enterrado San Gregorio, eso dice la tradición, y desde donde, a lo largo de los siglos, seguirá saliendo en todas direcciones la reliquia de la cabeza, dentro de su efigie de plata, por la que era pasada el agua de San Gregorio para bendecir los campos. Tanto que quedaría en el idioma español como un adagio: "Andas más que la cabeza de San Gregorio". Asentado sobre un probable templo romano, vinculado a la población de Suruslata (nombre del que procede Sorlada), estaba situado -como hoy lo está la basílica- junto al pequeño desfiladero (el Congosto) que comunica el valle de la Berrueza con las tierras llanas de la Ribera.


Diviso la siguiente sierra, como una prolongación hacia poniente de la de San Gregorio, cuyo cordal se corta en el Congosto de Mues dando nacimiento a la sierra de Cábrega
Al fondo la sierra de Codés con las formaciones rocosas de Dos Hermanas que distinguimos perfectamente.
La sierra de Codés la subimos todos los años por diferentes frentes y conocemos a la perfección sus cimas más emblemáticas, Ioar o Yoar, Laplana, Malpica... la visita anual es ineludible para nosotros que disfrutamos de esta  cordillera que alcanza más de 1.400 metros de altitud y que en su cara Norte tiene hayedos y en su cara Sur unos ejemplares colosales de robles y quejigos.























Hacia el Sur, el pueblo de Mues, que se oculta en las estribaciones de la sierra de San Gregorio.






















Y llego a una llanada sobre la que se yerguen unos curiosos monolitos de piedra que hacen equilibrios como si de un juego se tratara. Mi hermano Ángel, que ha madrugado menos, se une a la marcha en esta zona.
Sorprendemos a un buitre descansando encima de una ellas.


Bonitas y caprichosas formaciones rocosas nos acompañan en nuestro avance por la crestera.
Hacemos un giro hacia la derecha para descender al valle.
La fila de chopos nos marca el curso del río Odrón que nace en las estribaciones de la sierra Costalera, entre Nazar y Asarta, y se dirige hacia Los Arcos cruzando el Congosto.


Nos tropezamos con muchos arbustos llenos de arañones. Fruto que se utiliza en Navarra para hacer el típico pacharán.
Entre el monte y  las fincas, con las características tierras rojizas de sus fértiles campos, nos dirigimos a Sorlada.























El color de sus casas tiene el tono rojizo de las tierras que la rodean.
 

Grandes sillares usados para construir la iglesia, las casonas, la fuente.... Por sus calles salimos a buscar el camino que nos devuelva al punto de inicio, pero por el pie de la montaña.


Sobre las fincas están los restos de los rastrojos de la cosecha de este año. La falta de lluvias no permite labrar. A un kilómetro de Learza desaparece el camino y tenemos que hacer campo a través.






















Y llegamos al caserío de Learza. Su preciosa iglesia de San Andrés nos recibe con las puertas cerradas.






La construcción originaria de la iglesia es medieval y conserva partes de estilo románico. En la fachada de sillería irregular observamos los contrafuertes exteriores. Entre dos de ellos se encuentra la portada compuesta por varias arquivoltas de medio punto que descansan sobre columnas. En esta fachada se abre una ventana saetera cegada bajo un arco de medio punto que se apoya en columnas, y sobre esta ventana, observamos unos canecillos lisos bajo un tejaroz. Unas columnas adosadas al lienzo del ábside semicircular alcanzan la altura del tejado, y sobre éste se levanta una peineta con dos vanos que albergan las campanas. En esta imagen la iglesia ha sufrido una reforma que ha eliminado algunos de los elementos que habían sido añadidos a su fachada.
Salimos del pueblo, también dirección Este, para encontrarnos con unos ejemplares espectaculares de quejigos, que han sido declarados Monumento Natural de Navarra. Sus troncos nos hacen entender la cantidad de años que llevan varados al lado del sendero.


Precioso paseo al resguardo de los frondosos quejigos. Alguno de los más añejos están secos, sus enormes troncos desafían el tiempo negándose a caer.
El enclave ha sido limpiado recientemente y da gusto pasear rodeado de estos espectaculares árboles con tantos años de historia.


Es un sitio para estar un buen rato y reflexionar sobre  lo divino y lo humano.


Salimos del resguardo de los quejigos e imperan los tonos amarillos, ocres, pasteles.. que parecen vestir de otoño el mes de agosto. Una mirada hacia atrás nos permite contemplar la llanada del valle de Valdega y al fondo la Berrueza.
De frente nos acercamos al pueblo de Etayo.
























Y nos situamos en las primeras casas de la localidad de Valdega, punto de inicio y final de la excursión de hoy.
A los pocos días decidimos venir a hacer otra ruta, esta vez más cortita, comenzaremos en Etayo y llegaremos por la crestera de la Sierra de San Gregorio hasta la altura de Learza, allí bajaremos para volver por el bosque de quejigos al punto de inicio. 
Cualquiera de las rutas merece la pena hacerla con tranquilidad, disfrutando de los paisajes de la zona media navarra, entre Valdega y la Berrueza.

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