VISITANDO LOS VESTIGIOS DE LA CANALIZACIÓN DE AGUAS EN ASPE
La ruta en puntos rojos. |
Día: 10/01/2015
Participantes: Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 2 horas y media.
Distancia: 8 km.
Dificultad: Media
PR CV 169
Participantes: Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 2 horas y media.
Distancia: 8 km.
Dificultad: Media
PR CV 169
Como llegar:
Por la autovía CV-84, Elche-Aspe hasta llegar al pueblo. En Aspe tomar la carretera CV-847 hacia Alicante. Poco después del kilómetro 4, una vez pasado por debajo del puente del Ave, y por encima del puente donde se unen Tarafa y Vinalopó, aparcamos a la derecha.
Por la autovía CV-84, Elche-Aspe hasta llegar al pueblo. En Aspe tomar la carretera CV-847 hacia Alicante. Poco después del kilómetro 4, una vez pasado por debajo del puente del Ave, y por encima del puente donde se unen Tarafa y Vinalopó, aparcamos a la derecha.
ITINERARIO:
Castillo del Río (Aspe el Viejo) - Casa en ruinas - Sierra Tabayá - Túnel - Casa en ruinas - Puente sobre el Vinalopó - Barranco de los Ojos - Canal de conducción de aguas - Puente de 2 Ojos -Puente de 1 Ojo - Partidores - Puente de 1 Ojo - La Colmena- Castillo del Río.
El Pantano de Elche se encuentra a caballo de los términos municipales de Elche (a unos 3-4 Km. en línea recta) y de Aspe (4-5 Km.). En el primer municipio se ubica la presa y la zona de aguas libres, mientras que a Aspe pertenecen la mayor parte del extenso carrizal de la cola y varios de los barrancos más interesantes del lugar. Por este último municipio transcurre este trayecto.
En una declaración del 6 de septiembre de 2004 se dice:
Inmueble objeto de la declaración: El pantano y las construcciones asociadas al mismo como las acequias, molinos etc. se encuentran situados en los términos municipales de Elche y Aspe, en el interior del cauce del río Vinalopó y al norte del casco urbano de Elche.
Se trata de un conjunto de altísimo interés hidrológico constituido por la cuenca donde se recogen las aguas, los barrancos que las conducen, el embalse que las almacena, la presa que las contiene, las acequias que las distribuyen, las huertas y fábricas que las aprovechan.
Esta obra de ingeniería hidráulica del s. XVII, tiene una gran importancia por constituir, según estudios de las universidades de Cornell y Syracuse, la primera presa verdadera de arco en Europa desde los tiempos de los romanos y una de las pocas obras de esta índole en nuestra comunidad, así como por poseer además un valor histórico, como conjunto representativo de intervención en el entorno y explotación de sus recursos.
RUTA:
En nuestro anterior paseo al lado del río, dejamos pendiente cruzar el Vinalopó a la altura del Barranco de los Ojos. Pensábamos que era imposible por el mar de carrizos que puebla su cauce, pero hemos leído que existe un puente y vamos a buscarlo.
En vez de dar vueltas por la ladera vamos a caminar un poco más arriba y sin apenas ver el río. Sin madrugar mucho, llegamos sobre las 10 a unos 13 grados.
Desde Aspe, por la carretera a Alicante, nos acercamos hasta el Castillo del Río. Según consta en un gran cartel la torre norte ha sido rehabilitada, pero son escasos los restos que quedan en pie.
En vez de dar vueltas por la ladera vamos a caminar un poco más arriba y sin apenas ver el río. Sin madrugar mucho, llegamos sobre las 10 a unos 13 grados.
Desde Aspe, por la carretera a Alicante, nos acercamos hasta el Castillo del Río. Según consta en un gran cartel la torre norte ha sido rehabilitada, pero son escasos los restos que quedan en pie.
Salimos por una pista ancha en cuesta arriba y la abandonamos cuando vemos un pequeño sendero a la derecha. Vamos cerca del cauce del Vinalopó. Se oye el murmullo del agua, se ve un mar de juncos y algún bosquete de tarays que inundan su cauce.
Llegamos hasta una primera casa en ruinas y decidimos seguir por la senda a la izquierda para internarnos en el Barranco del Lobo. Entre un par de rocas bajamos hasta su cauce y desde él vemos una casa en ruinas en la colina. Vamos hasta ella. Desde allí saldrá un camino, pensamos, y sino tendrá unas preciosas panorámicas del entorno.
Por el lateral del barranco, entre huertos escalonados, vamos avanzando hasta llegar al alto. Precioso mirador de las sierras del Cid, Frare, Maigmó y demás que las rodean.
Delante de todas las sierras se yergue el castillo del Río y a nueestros pies, al Este, está el recodo más angosto por donde fluye el Vinalopó.
Llegamos hasta una primera casa en ruinas y decidimos seguir por la senda a la izquierda para internarnos en el Barranco del Lobo. Entre un par de rocas bajamos hasta su cauce y desde él vemos una casa en ruinas en la colina. Vamos hasta ella. Desde allí saldrá un camino, pensamos, y sino tendrá unas preciosas panorámicas del entorno.
Por el lateral del barranco, entre huertos escalonados, vamos avanzando hasta llegar al alto. Precioso mirador de las sierras del Cid, Frare, Maigmó y demás que las rodean.
Delante de todas las sierras se yergue el castillo del Río y a nueestros pies, al Este, está el recodo más angosto por donde fluye el Vinalopó.
La casa, en ruinas, tiene la pared combada. No se si resistirá mucho tiempo, qué lástima, la han apuntalado con un hierro. Quién viviría y trabajaría en este paraje tan elevado, se esforzaría en abancalar las laderas de la sierra con tapias de piedra seca y cultivar olivos y algarrobos. Una manera de vivir que ha cambiado radicalmente, lo que no sabemos si para mejor.
Desde este punto no acabamos de ver una senda definida, y el camino ancho que hemos dejado antes está lejos.
Vamos subiendo entre tapias de pequeñas parcelas, con algún olivo y algarrobo, y sobre todo espartos. Se ven rastros de paso, pero posiblemente de animales, (jabalís). Pero no hay un camino bien definido ni hitos de subida.
Decidimos ir campo a través hasta el collado de la Sierra de Tabayá.
Es sencillo avanzar, los antiguos abancalamientos conservan las paredes de piedra y poco a poco nos adentramos en la sierra para llegar al alto.
Desde este mirador vemos: al Norte, las sierras del Cid, Maigmó, Salinas, además del Castillo del Río, el pueblo de Aspe y la casa en ruinas donde hemos disfrutado de vistas a esta vertiente; al Este, las antenas de la cumbre del Tabayá y todas la hilera de peñas que forman su sierra, que el otro día intentamos bajar campo a través, pero tuvimos que volver para bajar hasta el Cau de nuevo. Es una sierra engañosa, pese a su modesta altura. La cresta es rocosa.
Al Sur tenemos el valle que riega el Vinalopó, con colinas, y un inmenso carrizal, con el pantano, azul, al fondo. Hoy no se ve el mar ni edificios de Elche, por ahora solo brumas.
Desde este mirador vemos: al Norte, las sierras del Cid, Maigmó, Salinas, además del Castillo del Río, el pueblo de Aspe y la casa en ruinas donde hemos disfrutado de vistas a esta vertiente; al Este, las antenas de la cumbre del Tabayá y todas la hilera de peñas que forman su sierra, que el otro día intentamos bajar campo a través, pero tuvimos que volver para bajar hasta el Cau de nuevo. Es una sierra engañosa, pese a su modesta altura. La cresta es rocosa.
Al Sur tenemos el valle que riega el Vinalopó, con colinas, y un inmenso carrizal, con el pantano, azul, al fondo. Hoy no se ve el mar ni edificios de Elche, por ahora solo brumas.
Hacia el Oeste, se distinguen perfectamente los dos acueductos del Barranco de los Ojos y, detrás de ellos, la Sierra Negra. Hacia el Suroeste, la sierra de Crevillent.
Observamos en medio del carrizal un sendero, apenas una raya, que nos puede llevar al Barranco de los Ojos. Parece factible pasar de una orilla a otra.
Observamos en medio del carrizal un sendero, apenas una raya, que nos puede llevar al Barranco de los Ojos. Parece factible pasar de una orilla a otra.
Bajamos por el sitio menos rocoso y vamos descendiendo de la sierra. Abundan los espartos de todos los tamaños y conforme avanzamos están enroscados y secos. Flores de todos los colores muestran su belleza en pleno invierno. Las temperaturas son elevadas y engañan hasta las plantas.
Nuestro descenso es en diagonal, virando a la derecha para enlazar con un camino. Cuando llegamos a él, giramos a la derecha para ir dirección al río. Pasa al lado de una antigua cantera. He leído que se llama la zona del Balcón. Es una zona especialmente sombría en la que se conserva algún pino.
Y cuando el camino vira a la izquierda, ¡sorpresa!, un túnel. Se parece mucho al de Upanel, de menos longitud, pero excavado en la roca en forma de rectángulo.
Nuestro descenso es en diagonal, virando a la derecha para enlazar con un camino. Cuando llegamos a él, giramos a la derecha para ir dirección al río. Pasa al lado de una antigua cantera. He leído que se llama la zona del Balcón. Es una zona especialmente sombría en la que se conserva algún pino.
Y cuando el camino vira a la izquierda, ¡sorpresa!, un túnel. Se parece mucho al de Upanel, de menos longitud, pero excavado en la roca en forma de rectángulo.
La salida continúa entre dos rocas que parecen también talladas por la acción del hombre. Continuamos nuestra ruta, en busca del puente sobre el Vinalopó, sobrepasando otra casa en ruinas, a la izquierda.
Y rectos llegamos al lado de los carrizos, que tapizan la Cola del pantano, en flor. A nuestra derecha están las ruinas de otra casa. Se cierra el camino.
Esto nos hace volver sobre nuestros pasos para tomar un sendero hacia la derecha, (a la venida era a la izquierda). Vamos a ver si por el lateral del cañaveral tenemos paso. Giramos demasiado pronto a la derecha siguiendo un sendero, pero éste lleva hasta el río y no se puede pasar por ahí.
Volvemos sobre nuestros pasos para atravesar el río canalizado y enterrado, girar a la derecha, e ir todavía más por fuera del carrizal, al lado de unos tubos de cemento enormes, de los que sirven para soterrar.
¡Eureka!. Estamos en la orilla del río y con un giro a la derecha llegamos al camino que hemos visto desde la sierra. Parece un milagro enmedio de esta selva de carrizos. Es como Moisés en la Biblia, Se abren las aguas. Atravesamos un pequeño puente de madera y por un estrecho sendero nos colocamos en la otra orilla del río. Maravilloso.
Vamos un rato por la orilla derecha, cubiertos de frondosos tarays, y caminando entre tierra. Hasta que debemos salir del cauce y estamos en mitad del PR CV 169, camino del Barranco de los Ojos, ante nuestra vista está el Acueducto de los Cinco Ojos, el partidor y una peña que nos recuerda la esfinge.
Esto ya lo conocemos. Enseguida, un camino ancho a la derecha nos lleva a la pista que transcurre, con una cierta altura, al lado del cauce del Vinalopó. Un poste nos señala la canalización de aguas de Elche. Paramos a tomar un tentempie. Mirando enfrente vemos el inicio del túnel y la Sierra de Tabayá, a la altura que la hemos atravesado.
Pensamos en regresar por la pista ancha conocida, pero un cambio de última hora nos hace girar a la izquierda. El sendero transcurre paralelo casi al que hemos dejado. Es más estrecho y es usado. Hasta un hito de piedra nos guía por él.
Y rectos llegamos al lado de los carrizos, que tapizan la Cola del pantano, en flor. A nuestra derecha están las ruinas de otra casa. Se cierra el camino.
Esto nos hace volver sobre nuestros pasos para tomar un sendero hacia la derecha, (a la venida era a la izquierda). Vamos a ver si por el lateral del cañaveral tenemos paso. Giramos demasiado pronto a la derecha siguiendo un sendero, pero éste lleva hasta el río y no se puede pasar por ahí.
Volvemos sobre nuestros pasos para atravesar el río canalizado y enterrado, girar a la derecha, e ir todavía más por fuera del carrizal, al lado de unos tubos de cemento enormes, de los que sirven para soterrar.
¡Eureka!. Estamos en la orilla del río y con un giro a la derecha llegamos al camino que hemos visto desde la sierra. Parece un milagro enmedio de esta selva de carrizos. Es como Moisés en la Biblia, Se abren las aguas. Atravesamos un pequeño puente de madera y por un estrecho sendero nos colocamos en la otra orilla del río. Maravilloso.
Vamos un rato por la orilla derecha, cubiertos de frondosos tarays, y caminando entre tierra. Hasta que debemos salir del cauce y estamos en mitad del PR CV 169, camino del Barranco de los Ojos, ante nuestra vista está el Acueducto de los Cinco Ojos, el partidor y una peña que nos recuerda la esfinge.
Esto ya lo conocemos. Enseguida, un camino ancho a la derecha nos lleva a la pista que transcurre, con una cierta altura, al lado del cauce del Vinalopó. Un poste nos señala la canalización de aguas de Elche. Paramos a tomar un tentempie. Mirando enfrente vemos el inicio del túnel y la Sierra de Tabayá, a la altura que la hemos atravesado.
Pensamos en regresar por la pista ancha conocida, pero un cambio de última hora nos hace girar a la izquierda. El sendero transcurre paralelo casi al que hemos dejado. Es más estrecho y es usado. Hasta un hito de piedra nos guía por él.
En el recodo más angosto el sendero coge altura, caminamos por el antiguo canal y no es apto para todos los públicos, pero no hay peligro. Pegándonos a la montaña caminamos con cuidado. Tras una curva vemos el Barranco de las Carboneras, a nuestros pies. Hay una casa y un huerto con enormes olivos.
Cuando abandonamos el canal para bajar a un valle interior nos sorprenden dos nuevos puentes: uno con Dos Ojos, el otro con Un Ojo, para superar el barranco.
Debemos bajar hasta sus pilares por la ladera y dejarlos atrás. Un último vistazo y fotos que nos dejan ver también el Puente del Ave.
Cuando abandonamos el canal para bajar a un valle interior nos sorprenden dos nuevos puentes: uno con Dos Ojos, el otro con Un Ojo, para superar el barranco.
Debemos bajar hasta sus pilares por la ladera y dejarlos atrás. Un último vistazo y fotos que nos dejan ver también el Puente del Ave.
Prosiguiendo nuestra ruta nos encontramos dos partidores. Se encuentran muchas infraestructuras que recuerdan que en esta zona se tuvo que trabajar mucho construyendo numerosos acueductos de todos los tamaños, dependiendo de la profundidad del barranco para salvar los obstáculos naturales y poder distribuir la escasa agua a todos los lugares donde hiciese falta.
Desde este punto, se observa la casa en ruinas más alta que hemos subido al principio, antes de llegar al alto de la sierra de Tabayá.
Continuamos por la zona de la Colmena, por una senda, encontrando otro acueducto de Un Ojo, que pasamos por encima, haciendo equilibrios.
Desde este punto, se observa la casa en ruinas más alta que hemos subido al principio, antes de llegar al alto de la sierra de Tabayá.
Continuamos por la zona de la Colmena, por una senda, encontrando otro acueducto de Un Ojo, que pasamos por encima, haciendo equilibrios.
Un último vistazo al pantano. En el siguiente recodo volvemos a tener vistas a la cara Norte de la sierra, con una casa en ruinas, a nuestros pies, y al fondo, el Castillo del Río. Y las sierras del Norte, Cid, Maigmó, Frare......
Esta senda enlaza con un camino ancho que viene de La Coca y, desde él, llegamos al camino principal. A la izquierda. Transitamos al lado del cauce del río y llegamos a la carretera CV 847. Giro a la derecha para pasar el puente sobre el Vinalopó. Cuando vemos el cruce donde hemos aparcado giramos a la derecha y con un último vistazo sobre el castillo, a cambiar de calzado y a comer.
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