Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

domingo, 26 de enero de 2020

CARNAVALES DE ZUBIETA E ITUREN

JOALDUNAK (los que hacen sonar los cencerros).



Estas dos localidades vecinas de la comarca de Malerreka, al Sur del Bidasoa, se anticipan a las fechas oficiales y celebran su singular carnaval la última semana de enero (domingo, lunes y martes). Ituren y Zubieta, distantes entre sí en tres kilómetros, son los pueblos originarios de los joaldunak, los que hacen sonar los cencerros, aunque cada pueblo mantiene matices específicos en la forma de hacerlos sonar y en la indumentaria.

La vestimenta del joaldun de Ituren consta de:
-Ttuntturo o gorro cónico, aproximadamente de medio metro de altura, con cintas de colores y coronado con plumas de ave.
-Pañuelo de tonos rojizos al cuello.
-Camisa cubierta por una piel de oveja a modo de gran chaleco.
-Faja en la cintura, en la que se apoyan, a la vez que se ocultan, las cuerdas que sujetan los cencerros.
-Enagua blanca sobre los pantalones, por debajo de la rodilla.
-Abarcas, sujetas con cuerdas por encima de los calcetines blancos.
-Dos grandes cencerros de cobre (de una capacidad aproximada de diez litros cada uno) que penden de la cintura y otros dos pequeños encima.
-Un hisopo, de crin de caballo, sujeto con la mano derecha.
-Un impresionante oso (hartza) y su cuidador completan el cortejo.
La diferencia con la indumentaria de los joaldunak de Zubieta estriba en que la pelliza de piel cubre la cintura y sobre ella solo llevan los dos cencerros grandes, la camisa es blanca y el pañuelo del cuello es más pequeño y de cuadros azules. Y les acompaña un pastor.
Resulta sobrecogedor, el acompasado estrépito de los grandes cencerros que los componentes del cortejo llevan sujetos a sus riñones y que baten al unísono con el juego rítmico de sus caderas.


Se desconoce el origen de esta tradición rural, aunque puede constatarse gran similitud, tanto en indumentaria como en el sentido de la danza y la función de los cencerros, cuyo sentido es forzar el "despertar" de la naturaleza y la expulsión de los malos espíritus tras el invierno haciendo ruido, con los zarramacos de La Vijanera de Silió, los zamarrones de Zamora, los zarramaches de Casavieja, los mamuthones, de Cerdeña, los kurenti, en el este de Eslovenia, los kukeri, búlgaros, y similares tradiciones con personajes grotescos antropomórficos relacionados con el rito de Dioniso 12​ muy extendidos por Europa meridional.

LUNES 27 DE ENERO 2020- DE ZUBIETA A ITUREN


Hemos llegado a Zubieta para ver a los joaldunak desfilar en dos hileras, con movimientos rítmicos y acompasados, logrando hacer sonar sus cencerros al unísono. El desfile adquiere un aspecto ritual ligado íntimamente a la naturaleza. Uno de los dos joaldunak de la primera fila hace sonar intermitentemente un cuerno y lanza unos gritos que marcan el ritmo del desfile. Se cree que el sonido rítmico y estremecedor que producen ahuyenta a los malos espíritus y despierta las energías adormecidas de la tierra.
Es alrededor de la una de la tarde y para los espectadores comienza la fiesta con la preparación de la vestimenta. Los cencerros son afianzados a la cintura con fuertes sogas. Se ayudan unos a otros para que permanezcan firmes, en la parte baja de la espalda, a la altura de los riñones.
Luego adaptan la largura de las cintas del ttuntturo a sus cuellos para que permanezcan rectos sobre sus cabezas.

Y salen a bailar alrededor del local en el que se han vestido. La prueba de sonido.

Se aseguran bien los gorros cónicos con cintas de colores o ttuntturos...

Y comienza sobre la una y media la danza por el frontón, ida y vuelta, 
con el sonido acompasado de los cencerros... ¡Emocionante y mágico!

En el desfile se
van cruzando los joaldunak... hombres, mujeres, niños...






Y después de un buen rato yendo y viniendo a lo largo de la plaza, van a danzar por el pueblo. Cuando regresan enfilan hacia la carretera NA-170 para llegar con el mismo compás sincronizado hasta el molino de Zubieta. Contamos 16 filas, 32 danzantes... y músicos.




Allí se montan en furgonetas y marchan al pueblo vecino... como pueden.
Nos obligan a ir andando deprisa un par de kilómetros para llegar al barrio de Aurtitz, en el pueblo de Ituren. Llegamos justo a tiempo para verles subir a lo más alto del barrio. Los niños desfilan los últimos.

Y ahora vemos las diferencias entre los trajes de Ituren y Zubieta. Estos últimos llevan camisa blanca, pañuelo azul, dos grandes cencerros y la piel de oveja les cubre solo la cintura. Los primeros llevan la piel de oveja en todo el torso, pañuelo rojo, camisa de cuadros y llevan cuatro cencerros, dos pequeños en la parte de arriba.


Vuelven a danzar entremezclándose, conservand
o el rítmico y ancestral sonido. Toda una delicia.
Se encaminan a la parte baja del barrio de Aurtitz parando a tomar algo.
Aprovechamos el descanso
de los joaldunak para acercarnos al puente de Latsaga. Esperamos en un alto, sobre las 14.15 horas vemos y oímos su descenso del barrio en  larga hilera.
Cruzan
 el puente que está abarrotado de gente.



Lo sobrepasan, para subir por el camino de piedra. Detrás de ellos vamos una romería de visitantes, a paso lento.
Llegan al frontón de Ituren y continúa el baile cadencioso, cruzándose unos con otros. 
A pesar de la fina y constante lluvia no paran de danzar.
El cuerno marcando el ritmo suena de vez en cuando.

Un pequeño
 descanso y retoman la danza encaminándose hacia las afueras del pueblo de Ituren.
Dando por concluido el día de hoy. Su sonido ancestral nos llega desde lejos, retumba en el valle. Poco a poco se desvanece.  
Nos ha encantado esta tradición conservada por dos pueblos pequeños que se sienten orgullosos de su patrimonio cultural. Pero añadir que las autoridades y sus habitantes deberían cuidarlo y no permitir que se intercalen otras personas disfrazadas que tienen derecho a disfrutar de su carnaval, pero no afear un espectáculo visual y sonoro tan magnífico como este. Que lo celebren a su manera pero alejándose de la belleza de esta tradición, colocándose aparte y no intentando con su ruido tapar el maravilloso sonido ancestral de sus antepasados. 


MARTES 28 DE ENERO 2020- DE ITUREN A ZUBIETA


Bajando del Mendaur oímos en el valle retumbar el sonido mágico de los cencerros. Aceleramos para encontrar por el barrio de Auztitz a los Joaldunak, sin los ttuntturos o gorros cónicos con cintas de colores. Están pidiendo por las casas del pueblo alimentos para celebrar una cena. Solo un pequeño espectador luce el colorido gorro, posiblemente sea un futuro danzante.
Después de bailar por el barrio toman dirección al pueblo de Ituren.






































Regresan desde el centro del pueblo y suben por la NA 710 en dirección a Zubieta.

Pero se detienen en el barrio de Aurtitz, bailando al mismo ritmo.

Entre ellos está, como ayer, el oso o hartza y su adiestrador que acompaña a los joaldunak de Ituren, y que los diferencia de los danzantes de Zubieta que llevan un pastor.


Resuena el sonido de los cencerros entre los callejones, flanqueados de las centenarias casas. Detrás, un innumerable número de curiosos.

Y cuando llegan a la parte más alta del barrio comienzan a entremezclarse ritmicamente.



Un espectacular día para disfrutar de la fiesta en la calle. Se entrecruzan sin parar, mayores y niños al mismo son. Un espectador de excepción, al fondo el Mendaur.

















Descienden a la carretera donde les esperan las furgonetas para conducirlos a Zubieta. La fiesta mayor hoy en el otro pueblo. Nosotros ponemos punto y final a un par de días inolvidables, en los que hemos aunado tradición, música y montaña en este recóndito valle del Norte de Navarra.


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