Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

sábado, 26 de marzo de 2011

VALLE DE LAGUAR, EL BARRANCO DEL INFIERNO.


LA CATEDRAL DEL SENDERISMO

Día: 26/marzo/2011
Participantes: Julián, Miguel, José Ramón y Lourdes.
Tiempo: 5 horas.

Hoy nos acercaremos a la Vall de Laguar, compuesta por los pueblos de Fleix, Benimaurell y Campell. Enclavada entre la Sierra del Migdía y la Sierra de la Carrasca, cerca de Fontilles.  Estos núcleos urbanos en su mayoría fueron poblaciones moriscas, fueron los últimos reductos de la sublevación morisca en 1609. En la actualidad se dedican a la agricultura, en especial la cereza, que significa una importante fuente de ingresos en la zona.  La excursión de hoy larga, (15 km) y con cierta dureza, pues tiene desniveles constantes, tenemos que ascender y descender tres barrancos.
La iniciamos en el pueblo Fleix, vamos a conocer uno de los pocos caminos de herradura en todo nuestro país que se conserva en casi todo su recorrido en su estado original. El diseño y trazado de 6.873 escalones empedrados, no llegan a cansar. Antonio José Cavanilles, en 1794, dijo "Uno de los mayores barrancos del Reyno es el llamado del Inférn al cual acuden por varios rumbos los de las montañas de Alcalá, Ebo y Lahuar, sería largo describir su curso con los precipicios, quebradas y abismos que presenta". 
Lo habitual es comenzar en Fleix bajando desde la Font Grossa hasta el cauce del río Girona, subir a Juvees d’Enmig para volver a bajar al cauce  y volver a subir hasta Juvees de Dalt. La penúltima bajada nos deja de nuevo en el barranco de Racons, donde empieza la última subida al pueblo de Benimaurell que nos lleva hasta el punto de origen, Fleix.


Ruta:
Hemos oído que ha llovido en el Valle de Gallinera y ante las diferentes versiones de si ha llovido suficiente para que surja la cascada del Barranco del Infierno o no, decidimos ir a descubrirlo.Vamos a recorrer todo el PRV 147, pero como siempre hemos seguido la ruta que está aconsejada, vamos a alterar el orden, haremos la circular al revés.
Llegamos al pueblo de Fleix y dejamos el coche en la escuela “Cavall Verd”. La gente no sabe si hay agua en la cascada, ¡¡que incertidumbre!!.
Pero pronto salimos de dudas, sin llegar a la Font Grossa con su lavadero al lado, ya se oye el rumor del agua cayendo hacia el barranco. Sacamos las fotos de rigor en esa preciosa fuente y con algo de esfuerzo por dejar la cascada para el final, seguimos adelante, obviando la bifurcación de la derecha. Rodeados de huertas, con  el agua de las cunetas a nuestro lado, llegamos a la fuente de Benimaurell. Atravesamos  el pueblo y subimos por una carretera asfaltada, con algun cerezo en flor,  que nos lleva hasta la Font dels Olbis y encima de ella tomamos el cruce hacia la derecha al primer Barranco de Racons.

Primeros cerezos en flor

Cruce encima de la Font dels Olbis
El día está soleado, son poco más de las nueve y la temperatura no es muy alta, mejor porque sino en los 3 barrancos, tan cerrados, nos tostamos.

Al poco rato vemos a lo lejos toda una serpiente multicolor que lleva nuestro sentido de la circular. Entre cómodos escalones de bajada llegamos a un mirador hacia el Mediterráneo, pero el día está con mucha neblina al este y no hay contrastes de azul del mar.
Descendemos hasta el Barranco de Racons y empezamos a ascender a les Juvees de Dalt, en ese momento adelantamos al grupo de unas veinte personas, noruegas y poco a poco vamos ganando altura hasta subir a las casas de les Juvees de Dalt, donde solemos comer otras veces y desde donde se observa el tajo que hace el río Girona en la roca. Está precioso.
Por el camino nos vamos tropezando con gente que hace el camino al revés y nos dicen que la caida de la cascada es espectacular y que está difícil cruzar el río, bendita dificultad, da igual nos remangaremos o como nos dice una niña nos pondremos en bragas si hace falta.
Bajamos de nuevo, tranquilamente y llegamos al cauce del Barranco del Infierno. Hay agua, por encima de las rocas atravesamos sin mojarnos y con la alegría que da ver y oír el murmullo del agua, es impagable poder visitar está zona cuando ha llovido. Aparece gente que con sus trajes de neopreno que van a hacer barranquismo. No son los primeros ya llevamos un rato oyendo gritos  al fondo del barranco, no sabemos si son de  frío o  de miedo al lanzarse al vacío.
Fuente de Reinós
Comenzamos la segunda subida y en pocos minutos llegamos a la Font de Reinós, la fuente está a rebosar, incluso tiene agua sobrante que inunda el camino. Allí decidimos comer.
Siguen pasando muchos grupos, y una pareja de Elche que nos reconocen: Paco y Ángeles. Van los dos como locos preparando una carrera de montaña en los Alpes. Hay gente para todo. También nos adelantan varios noruegos.
Seguimos la ruta hasta les Juvees d’Enmig, con unas huertas con almendros verdísimos y unos mantos de hierba y margaritas que llaman la atención. Llegamos a una carretera asfaltada, a la izquierda iríamos al Valle de Ebo y nosotros seguimos a la derecha con el objetivo cada vez mas cerca y más cómodo, el salt.
Rodeados de almendros, de cerezos que comienzan brotar, llegamos a una casita donde hay un pozo de agua donde se saca el agua de forma tradicional, a golpe de muñeca, se encarga Miguel que es el más fuerte del equipo.
Huerto en las Casas d'Enmig
Asi de fácil es darse un paseo.
Seguimos la senda viendo al fondo el Cavall Verd y acompañados con un arroyo a nuestro lado derecho que se convierte en una curva en una bonita cascada de un par de metros. Hacia abajo avanzamos rápidamente y en una curva vemos a lo lejos el objeto de nuestra prisa, la cascada refulge a lo lejos, nuestra caminata hoy tiene un aliciente añadido.
Indescriptible, si alguien no ha estado que aproveche cuando oiga que ha llovido por la zona de Dénia o Pego. Es increíble que en Alicante pueda uno disfrutar de estos paisajes tan idílicos y tenéis todas las comodidades si no podeis o no quereis andar, en burro.
Entre curva y curva llegamos de nuevo al cauce el Girona, aquí no hay agua, se ha filtrado y solo se ven las piedras redondeadas, blancas.
Al fondo el impresionante salt .
Nos queda nuestra última cuesta, pero sin esfuerzo y disfrutando de cara de la visión en cada recodo del camino, de la belleza de la caída de agua nos acercamos hasta la poza que está debajo. Aprovechando el calor que hace decidimos refrescar las piernas, el agua está fría, buenísima.

Desde lo más alto de la cascada hay un grupo descolgandose con unas cuerdas, hace falta valor, la caída es espectacular. En apenas 300 escalones más o menos llegamos a nuestro fin del trayecto. Indescriptible.

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